Como buen asturiano, Carlos Llerandi, es un apasionado por los deportes de montaña: esquí alpino, escalada, mountain bike, barrancos ¡no hay nada que se le resista! Tal es su pasión que Carlos está a punto de finalizar su TD3 con nosotros.
Carlos combina su pasión por los deportes con su otra vocación y también profesión: es fotógrafo profesional. Una profesión que le ha llevado a participar en proyectos tan grandes como el de acompañar al corredor de montaña Kilian Jornet al Everest.
1. Carlos, ¿qué fue primero, tu pasión por la montaña o por la fotografía?
Pues, sinceramente, no lo sé. Creo que fue algo involuntario, algo que se fue creándose poco a poco y sin yo darme cuenta.
Empecé a hacer montaña cuando era muy pequeño con 3, 4, 5 años, con mis padres y mi hermana. Me acuerdo de jugar a que éramos rescatadores de los bomberos o guías de montaña que llevábamos a mis padres al monte.
La fotografía llego un poco más tarde, a los 9 o 10 años los Reyes Magos me trajeron una cámara y como cualquier niño al que le pones una cámara en las manos, empecé a investigar a equivocarme y aprender a hacer fotos. La época de los 13, 15, 16 años fue cuando realmente empecé a hacer fotos en la montaña y a hacer imágenes un poco más potentes.
2. Sabemos que con 13 años entraste en la Selección Asturiana de Esquí de Montaña. ¿Qué es lo que más recuerdas de esos tiempos?
Los viajes, sin duda. Fueron años muy guays y de mucho aprendizaje. De disfrutar con los compañeros de selección y con los amigos de otras selecciones, sigo teniendo muy buenos amigos en Granada, en Cataluña, en el País Vasco, en Madrid… y todo gracias al esquí. Fueron años de aprender a todo, a viajar solo cuando eres un niño, aprender a competir, aprender a respetar la montaña. Hay días que se puede salir a entrenar y disfrutar pero también hay días que la montaña, de una forma o de otra, te dice vuelve a casa hoy no es día para que estés aquí.
3. ¿Por qué decidiste dejarlo?
Llegó un momento en el que estaba cansado de tantos años compitiendo. Al final, llevo compitiendo toda la vida, de pequeño hice orientación, carreras de montaña, piragüismo, ciclismo, escalada, esquí de montaña… hasta ajedrez.
Recuerdo ganar la ultima prueba de la Copa de España de esquí de montaña en Sierra Nevada, pasar la meta y que mi cabeza hiciese “Click”, es tiempo de probar otras cosas. Estaba empezando a formarme como profesor de esquí y guía de montaña y cada vez me llamaba más el alpinismo, el steep ski, la escalada y el terreno técnico, la necesidad de buscar mis limites de otra forma.
4. Uno de tus grandes proyectos fue acompañar a Kilian Jornet al monte Everest. ¿En qué consistía tu trabajo?
Poder compartir casi tres meses (entre la expedición de otoño de 2019 y la de primavera de 2021) con Kilian conviviendo día a día, fue un aprendizaje constante. Ver a Kilian moverse por la montaña, como lee el glaciar, salta las grietas… lo hace todo demasiado fácil. En la expedición de 2019, iba como cámara “suplente”, mi trabajo solo se tenia que desarrollar en el Campo Base, filmando lo que pasase allí durante el ataque a cima de Kilian. Pero por problemas con la altura, el cámara que tenia que acompañar a Kilian hacia arriba tuvo que abandonar, no consiguió aclimatar. Así que en una mañana, cambio todo el plan establecido y, de repente, yo era el que tenia que acompañar a Kilian hacia los campos de altura.
Estaba “acojonau”, con 21 años en medio de aquella inmensidad de hielo y roca y teniendo que dar el 110% para no retrasar al que había sido mi ídolo de la infancia y la adolescencia.
5. ¿Cómo te preparaste para ir allí? ¿Y qué tal fue la aclimatación una vez en las montañas?
La preparación para la primera expedición fue muy escasa (demasiado). No tenia ni idea de que me iba a encontrar al llegar al Everest. Sin ninguna duda, esos fueron los días más duros de mi vida (marché pesando 64Kg y volví con 57kg), tanto física como psicológicamente. Creo que el factor psicológico ahí arriba, tiene muchísimo más peso que como estés de fuerte físicamente. Son muchos días de té, ajedrez, dormir, té, ajedrez, dormir…
Para la segunda expedición, como ya sabía lo que me iba a encontrar, me preparé a conciencia los 3 meses antes de marchar. Hice entrenamientos muy largos de 6 – 8 horas en bici, caminando por el monte, en ayunas, sin beber nada, sin comer nada, con peso, etc. En cuanto a la aclimatación, tengo suerte, me adapto bastante bien y me siento cómodo en altura. Con un par o 3 de noches a 3500 – 4000 metros, ya me siento preparado para tirar hacia arriba.
6. Otro de tus grandes proyectos con los araneses y también alumnos de ETEVA, Aymar Navarro y Aleix Ferrera, fue The Check Project. Un proyecto profesional pero también personal junto con tus amigos. ¿Qué nos puedes contar?
Check es un proyecto muy guay con 2 buenos amigos que nació un poco sin querer, cuando Aymar nos dijo a Alexis y a mi “a ver cuando me lleváis a escalar un día”. Poco a poco fue cogiendo forma, “ostras pues podíamos subir escalando y bajar esquiando”. “Venga va! Voy a llamar a un par de colegas (Adri Martinez y Javi Alonso) a ver si nos pueden venir a grabar desde fuera”. Y así medio improvisado fueron saliendo las grabaciones de las bajadas.
The Check Project creo que nos dío la posibilidad de afrontar descensos con esquís, como la Pala Sarrahèra o la Forcanada por la noche, que individualmente nunca hubiésemos hecho.
7. Estás en proceso de finalizar tu TD3 en ETEVA, ¿qué es lo que más te motiva de realizar este último nivel como técnico deportivo?
Siempre me gustó la docencia y me encanta dar clases de esquí en escuela, pero necesitaba un paso más. No me gusta quedarme quieto y sentía la necesidad de acabar el ultimo nivel, tanto por formación personal como profesional. No me veo como entrenador, ni abriendo mi propia escuela, pero si que me gustaría poder acabar dando formación a TD1, TD2. Enseñar a enseñar, igual que me enseñaron a mí.
8. ¿Qué es lo que más destacas de nuestra escuela?
La cercanía. Puede sonar a tópico, pero desde que llegue a ETEVA en 2016 me sentí arropado, como en casa. El nivel de exigencia y la cercanía, a partes iguales, tanto de los formadores como de la misma escuela.
Las facilidades en cuanto a las prácticas. Acabar de estudiar, prácticas en escuelas/empresas reales y empezar a trabajar.
9. Esta pasada temporada de invierno 21/22 has colaborado con nosotros en las formaciones que hemos impartido junto a INEFC en La Seu d’Urgell. ¿Qué tal ha sido tu primera experiencia como colaborador?
Muy bien, disfruté como un niño. Es bonito ver la formación desde el otro punto de vista. Como decía antes, me gusta el nivel de exigencia y la cercanía que transmiten los formadores. Me sentí uno más de ETEVA intentando inculcar lo mismo a mis alumnos.
10. Eres un referente y un gran ejemplo para aquellos y aquellas jóvenes que sienten una gran pasión por la montaña. ¿Qué consejos les darías?
Que disfruten y que ahonden en esa pasión, porque la montaña nos da la posibilidad de vivir de ella. Que se formen e intenten ser lo más profesionales posibles y así, entre todos haremos que los trabajos de montaña se dignifiquen y se valoren por la sociedad en general.