Uno de los atractivos que hacen de ETEVA la mejor opción para formarse en deportes de montaña, es el lugar donde se encuentra la escuela. Ubicada en plena naturaleza, nos encontramos en un terreno en el que la montaña es la principal protagonista, regalándonos paisajes y lugares que hacen que formarse y practicar deporte sean una de las experiencias más gratificantes para cualquier apasionado/a del medio natural.
Sin duda, debido a nuestra relación con la montaña, siempre hemos defendido la actitud responsable con el medio ambiente, tratando de compaginar la profesionalidad con la ecología y buscando siempre la manera de adentrarnos en el medio natural dejando la mínima huella de nuestro paso.
Si hablamos de verano y ecología, lo primero que se nos viene a la mente es el senderismo, la escalada o el descenso de cañones.
La práctica del senderismo o trekking, es quizás la que menos impacto genera en la naturaleza. Con tan sólo vestirnos con ropa y calzado adecuados, podemos realizar horas de ruta y conocer paisajes increíbles sin apenas alterar el estado en el que se encontraban las montañas. Para ello, es de vital importancia ser responsables a la hora de gestionar desechos y basuras y asegurarnos de que no dejamos ninguno de estos por allí donde pasemos, y si pernoctamos, hacerlo en lugares en los que estemos seguros/as de que no molestaremos en gran medida a la fauna habitante.
En la escalada, deberemos respetar los senderos que nos conducen a las zonas para escalar, al igual que es nuestra responsabilidad dejar el pie de vía libre de basuras y colillas. Como sucede en el senderismo, respetaremos las zonas protegidas y tendremos en cuenta las épocas de anidación de las aves.
El barranquismo es quizás el deporte que más altera el medio en el que se practica, puesto que el impacto que producen en las especies que habitan el ecosistema fluvial nuestros restos de comida u orgánicos (pese a creer en su biodegrabilidad) pueden provocar desequilibrios entre ellas, prevaleciendo aquellos animales que mejor puedan aprovechar nuestros deshechos respecto al resto.
Por lo que respecta al agua, el paso de los humanos deja restos como latas, plásticos o el litio de las pilas. Debemos entender el río o barranco como un ecosistema propio, donde la vegetación y animales que lo habitan lo hacen de una manera singular. Trataremos también de no generar contaminación acústica con nuestros gritos, que puedan molestar a la fauna que habita.
Es tarea de todos/as garantizar una buena conducta a la hora de disfrutar del verano practicando nuestros deportes favoritos. Si contamos con una actitud responsable, podremos continuar durante muchos años más sorprendiéndonos de la grandeza de la naturaleza en su estado más puro, y conservar los entornos tal y como son, manteniendo ese ambiente mágico que solo la montaña nos aporta. ¡Cuidar de la Val d’Aran es depende de todos/as!